Los desposeídos -la "gran bestia" del mundo- pueden provocar trastornos
y deben ser controlados en aras de lo que en la jerga técnica se denomina
"estabilidad", lo que significa subordinación a los dictámenes de los
amos. (Noam Chomsky)




“…Entonces el segundo payaso grande, que era sin lugar a dudas el más cómico, se acercó a la baranda que limitaba la pista, y Carlos lo vio junto a él, tan cerca que pudo distinguir la boca cansada del hombre bajo la risa pintada y fija del payaso. Por un instante el pobre diablo vio aquella carita
asombrada y le sonrió, de modo imperceptible, con sus labios verdaderos. Pero los otros tres habían concluido y el payaso más cómico se unió a los demás en los porrazos y saltos finales, y todos aplaudieron, aun la madre de Carlos…”
(Fragmento de “Esa Boca”, 1955. Mario Benedetti.)


domingo, 22 de junio de 2008

Denuncia Pública Urgente

ERCILLA 22-JUNIO-2008


¡¡¡ DENUNCIA PÚBLICA URGENTE !!!


LA COMUNIDAD " CASIQUE JOSE GUIÑON , DENUNCIA QUE HOY LAS FUERZAS POLICIALES REPRESORAS DEL ESTADO CHILENO ALLANAN LA COMUNIDAD Y LA CASA DE LA MADRE DE LOS PRESOS POLITICOS MAPUCHE JUAN PATRICIO Y JAIME MARILEO SARAVIA LA LAMIEN LORENZA SARAVIA, DONDE BALEAN AL HIJO DE LA MACHI DE LA COMUNIDAD ADRIANA LONCOMILLA, EL JOVEN WEICHAFE JORGE MARIMAN LONCOMILLA , ESTUDIANTE DE ENSEÑANZA MEDIA, Y HIEREN GRAVEMENTE A CULATAZOS DE ARMAS DE FUEGO USADAS PARA EL CASTIGO … AL WEICHAFE Y JOVEN ESTUDIANTE LUIS MARILEON, EN LA CABEZA Y EL ROSTRO ELLOS ESTAN CON MULTIPLES CONTUCIONES POR LA GOLPIZA RECIBIDA POR ESTOS INFAMES EN ESTOS MOMENTOS CUANDO SON LAS 14 HRS HAY ENFRENTAMIENTOS QUE PUEDEN DERIVAR EN GRAVES CONSECUENCIAS PARA LA GENTE DE LA COMUNIDAD, EN ESTOS MOMENTOS EL HERIDO A BALA ES TRASLADADO AL HOSPITAL DE COLLIPULLI.
SOLICITAMOS LA SOLIDARIDAD DE TODOS PARA DENUNCIAR ESTOS ABUSOS Y VIOLACIONES A LOS DDHH DE NUESTROS HERMANOS …EN ESTOS MOMENTOS LAS FUERZAS POLICIALES SIGUEN AL INTERIOR DE LA COMUNIDAD Y SE DESCONOCE HASTA AHORA EL MOTIVO DE ESTA NUEVA ARREMETIDA POLICIAL EN CONTRA DE NUESTRA COMUNIDAD.

NOTICIA EN DESARROLLO …


¡¡¡ NI LAS BALAS NI LA CARCEL DETENDRAN NUESTRA LUCHA!!!

¡¡¡¡ MARRICHIWEU !!!


COMUNIDAD MAPUCHE CASIQUE JOSE GUIÑON
SECTOR PIDIMA ERCILLA IX REGION CHILE

martes, 17 de junio de 2008

El Che Guevara, ¿un mito en disputa?


por: Néstor Kohan


No sólo no soy moderado sino que trataré de no serlo nunca,
y cuando reconozca en mí que la llama sagrada
ha dejado lugar a una tímida lucecita votiva,
lo menos que pudiera hacer es ponerme a vomitar
sobre mi propia mierda


Carta de Ernesto Guevara a su madre
México, 15 de julio de 1956

En 1925 el peruano José Carlos Mariátegui, fundador de la revista Amauta y primer marxista de América, escribió: “Todas las investigaciones de la inteligencia contemporánea desembocan en esta unánime conclusión: la civilización burguesa sufre de la falta de un mito, de una fe, de una esperanza [...] El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico [...] Los pueblos capaces de la victoria fueron los pueblos capaces de un mito multitudinario”.
Según Mariátegui, los mitos no son necesariamente ilusiones falsas, sino más bien creencias movilizadoras que condensan esperanzas colectivas y anhelos populares.
Revolucionario genuino y radical, fotogénico y joven, Ernesto Guevara fue retratado en marzo de 1960 por Alberto Korda y su rostro recorrió el mundo. Se convirtió en el símbolo de toda rebelión a escala mundial. Desde las Panteras Negras norteamericanas hasta los estudiantes japoneses, desde los insurgentes palestinos hasta los negros insurrectos de Sudáfrica, desde las guerrillas latinoamericanas hasta los intelectuales franceses, todas las rebeldías lo llevan como estandarte. Guevara dejó de ser Ernesto y se transformó en el Che. Un mito y una leyenda atravesados por un tironeo ininterrumpido y una permanente resignificación.


El mito del Che en una triple disputa

En esa pulseada por apropiarse del Che, tres perfiles posibles son los protagonistas: (a) el Che devenido objeto mercantil y oferta de vidriera; (b) el Che políticamente correcto, light y progresista simpático; (c) el Che inspirador político de corrientes revolucionarias y portador de un pensamiento marxista radical, antiimperialista y anticapitalista. Podría quizás mencionarse un cuarto relato que lo dibuja como “un asesino frío y sanguinario”. Pero a esta altura ese relato ya no convence a nadie.
(a) La primera aproximación a Guevara existió desde su asesinato en octubre de 1967. Desde esa fecha su imagen inunda librerías, kioscos, tapas de CD, películas, remeras, bikinis, ceniceros, encendedores, cervezas y cualquier objeto que pueda ser comercializado en el mercado. La “guevaromanía” resurge ante cada aniversario. ¡Qué tremenda paradoja la de un pensador que conocía en detalle los tres tomos de El Capital de Marx el terminar convertido en mercancía! No muy diferente a Mao Tse Tung, quien representaba algo más que un cuello de camisa o un ícono pop de Andy Warhol. O la estrella roja de cinco puntas, símbolo del Ejército rojo bolchevique creado por León Trotsky, hoy más conocida por adornar la botella verde de una cerveza de moda.
(b) En el segundo perfil se inventa un Che light y descafeinado, ajeno a las emociones fuertes, rodeado de suspiros melancólicos por los “bellos tiempos que se han ido y ya no volverán”. Aquí Guevara se convierte en un tímido progresista, comodín útil para barnizar con tinturas políticamente correctas las gestiones institucionales tradicionales. Desde este ángulo, el Che deja de ser el inspirador de incendios juveniles para convertirse en una fría estatua de bronce que no molesta a nadie (y a la que se le rinde tributo pues tranquiliza verlo muerto y petrificado). ¡Qué curioso que Guevara, hermano mayor de Miguel Enríquez, Inti Peredo, Mario Roberto Santucho y Raúl Sendic, se termine transformando en una pieza de metal más cerca de la canonización y el museo que del fuego de la revolución latinoamericana! ¡Justo él... quien alguna vez, pensando en José Martí escribió: “ Porque a los héroes, compañeros, a los héroes del pueblo, no se les puede separar del pueblo, no se les puede convertir en estatuas, en algo que está fuera de la vida de ese pueblo para el cual la dieron, El héroe popular debe ser una cosa viva y presente en cada momento de la historia de un pueblo. Así como ustedes recuerdan a nuestro Camilo, así deben recordar a Martí, al Martí que habla y que piensa hoy, con el lenguaje de hoy, porque eso tienen de grande los grandes pensadores y revolucionarios: su lenguaje no envejece. Las palabras de Martí de hoy no son de museo, están incorporadas a nuestra lucha y son nuestro emblema, son nuestra bandera de combate” ( Conmemoración del natalicio de José Martí , 28/1/1960).
La canonización de Guevara vaciado de contenido político tampoco es una excepción. Su guía inspirador, Vladimir Ilich Lenin, quien le dedicó su vida a levantar barricadas, construir organizaciones insurgentes y generar revoluciones terminó convertido —gracias a Stalin— en una momia embalsamada y en un objeto de museo.
(c) Desde el tercer ángulo, a notable distancia del mercado y los museos, del negocio y la nostalgia complaciente, Guevara sigue siendo una astilla en el cuello de terratenientes, banqueros, empresarios, policías y militares. Un heredero de Mariátegui, un estudioso obsesivo de Marx, un admirador de Lenin y el político radical más notable de América Latina además de uno de sus pensadores marxistas más heterodoxos. Desde la revolución cubana y el zapatismo de Chiapas hasta la insurgencia colombiana y el bolivarianismo de Venezuela, desde el MST de Brasil hasta los piqueteros de Argentina, desde el estudiantado de Chile hasta los indígenas de Bolivia, todos y todas, continúan referenciándose en él. Lejos de las vidrieras y las manipulaciones oportunistas, continúa existiendo el guevarismo como proyecto político y pensamiento radical. Un «muerto que no para de nacer»


Queridos viejos:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante,
Vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida.
Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico;
lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente,
mi marxismo está enraizado y depurado.

Carta de Ernesto Guevara a sus padres
La Habana, marzo de 1965


Los tironeos y las disputas por su herencia multiplican los espejos que reflejan el rostro de varias generaciones argentinas.


Cada generación dialoga con Guevara desde sus propios problemas, sus dudas, sus falencias, sus sueños, sus desafíos pendientes, sus anhelos incumplidos.
La generación del ’60 vio en el Che la encarnación de todo aquello que la vieja izquierda ya no podía dar: ejemplo moral, nueva cultura, lucha contra la enajenación y la explotación (al mismo tiempo), crítica de la burocracia, internacionalismo genuino y, sobre todo, un método de lucha político-militar. Para aquella generación Guevara expresa la cabeza visible de un proyecto continental, impulsado por la revolución cubana y Fidel Castro. Una forma de lucha política donde se confronta con las instituciones y el eje pasa al enfrentamiento directo con el poder armado de las dictaduras militares y sus amos del norte, Wall Street, la CIA, el Pentágono y la Casa Blanca.
Ya asesinado a sangre fría en Bolivia por el ejército y Félix Rodríguez, agente de la CIA que daba las órdenes, la generación del ’70 volvió a encontrar en el Che un ejemplo de vida. Pero lo descifró desde otro lugar. Después del Cordobazo, la figura de Guevara se entremezcla con el fantasma de Perón. Aunque existieron corrientes que, apoyándose en el marxismo del Che, dieron una batalla por la conciencia clasista y socialista de los trabajadores y no aceptaron encolumnarse detrás del general Perón y su “capitalismo nacional”, fueron minoritarias. En esos años, la mayoría de la juventud argentina veía en el Che a un revolucionario que era parte de una constelación mayor, donde también brillaban otras “estrellas”: los generales Velazco Alvarado [Perú], Torres [Bolivia] y el propio Perón. El nacional-populismo fue hegemónico.
Después vino 1976, la dictadura, el terror, el genocidio, la masacre. Más de 100.000 desaparecidos en toda América Latina. . Durante esos años tenebrosos el Che Guevara se convirtió en un desaparecido junto con sus libros, su imagen y su póster.
A partir de 1983 el pueblo volvió a la búsqueda. Muchos jóvenes que no habían vivido los ’60 y los ’70, se abocaron a reconstruir el pasado.
Un sector de intelectuales, ex izquierdistas, sumados al gobierno de Raúl Alfonsín, le proporcionó a la juventud un relato tramposo, sesgado, unilateral. Guevara habría sido “un rebelde bienintencionado, pero que no entendía nada de política”. De la mano de la teoría de los dos demonios, algunos ex marxistas lo parangonaban a los militares genocidas. Triste y mediocre teoría que homologaba al almirante Massera y al torturador Astiz con revolucionarios como Rodolfo Walsh y Raymundo Gleyzer.
Entonces volvió el Che en las remeras y los libros, pero no en política. ¿Quién se animaba, en los ’80, a defender la actualidad política de Guevara? No sus canciones o su iconografía, sino el eje central de su pensamiento político acerca del poder y la revolución.
Y apareció Menem, quien llegaba con la vieja retórica y la añeja puesta en escena nacional-populista. Mientras se denostaba al Che, se privatizaba la Argentina de raíz y caía el Muro de Berlín.


Guevara, la crisis neoliberal y el ocaso del posmodernismo

Desde aquel derrumbe bochornoso de las burocracias del Este europeo (que Guevara había impugnado duramente), el neoliberalismo económico y el posmodernismo cultural parecían eternos. Mientras las recetas económicas de Milton Friedman privatizaban en los ’90 hasta el agua, el mundo se desencantaba de la imaginación sesentista. El posmodernismo, bajo el pretexto de defender a las minorías y sus diferencias, terminó legitimando un reino monocorde, triste y sin alternativas. El “hombre mediocre” sin ideales ni aspiraciones, del que hablaba José Ingenieros cien años atrás, se volvió moneda corriente. Lejos quedaba el “hombre nuevo” del Che.
Pero ese supuesto “fin de la historia” (Francis Fukuyama), ese “agotamiento de la política” (Daniel Bell) y esa “crisis de los grandes relatos” (Jean François Lyotard), duró muy poco.
Reivindicando al Che, en 1994 entran en escena los zapatistas y le dan la primera estocada al “Nuevo Orden Mundial”. Al poco tiempo se suceden las rebeliones en América Latina y el primer mundo: La Paz, Seattle, Davos, Barcelona, Buenos Aires, Genova, etc. En todos lados la bandera con el rostro del Che Guevara acompaña la insurgencia juvenil. Rápidamente entran en crisis los falsos axiomas neoliberales: Mayor mercado = mejor democracia; más sumisión a Estados Unidos = más derechos humanos; privatización = superación de la burocracia, etc.
En Porto Alegre los Foros Sociales Mundiales abren el siglo XXI gritando: “Otro mundo es posible”. Renacen la sed de ideología, el apetito de totalidad, la necesidad de una cosmovisión de la historia y el deseo de cambiar el mundo. Se profundiza la crisis del pensamiento en migajas y se agota el culto dogmático del fragmento.
Retorna una vez más el mensaje del Che. Se palpa en el aire. Decenas de miles de jóvenes, hastiados con la vieja política, hartos del sistema capitalista y del neoliberalismo, sin una dirección definida por delante, pero a la búsqueda de una nueva alternativa de vida, enarbolan en marchas y movilizaciones, en estadios de fútbol, en plazas, en parques, en recitales, casi fanáticamente, la bandera del Che.
¿Qué les ofrece el Che? Un pensamiento político donde lo central de la estrategia es el problema del poder. Una concepción de la transformación social, la subjetividad y la revolución, donde la conciencia antimperialista, clasista y socialista es fundamental, donde se disipan las ilusiones en las tímidas reformas y las medias tintas, en la progresividad de la “burguesía nacional” y en el populismo... En definitiva, una nueva cultura y un ejemplo de otra manera de vivir, donde queda abolido para siempre el doble discurso y la doble moral. La estrella del Che Guevara, por sobre el mito y la leyenda, vuelve para quedarse.

miércoles, 11 de junio de 2008

Brasil: Stédile, de la dirección del MST y Vía Campesina": No vamos a acumular para disputar el poder sólo por el camino institucional


El hombre va por la ruta en su camioneta y para en un puesto de peaje. Paga y le pregunta al empleado: “¿sabes a dónde va este dinero?”, el empleado se sorprende y apenas logra balbucear un tímido “no”. El conductor lo reta: “¡te estoy dando dinero y no sabes a dónde va a parar!”. Pone primera y les explica a sus acompañantes: “campaña ideológica permanente”. El hombre en cuestión es Joao Pedro Stédile, animal político, miembro desde hace años de la Dirección Nacional del Movimiento Sin Tierra de Brasil, uno los máximos referentes de la organización más grande de América Latina y de la Vía Campesina. Verborrágico y con gran sentido del humor, Stédile puntualiza en una charla con Prensa De Frente los desafíos que se plantean en esta coyuntura, las dificultades para construir herramientas de unidad y la relación entre movimientos sociales e instrumentos políticos.

Brasil vivió un período de crecimiento y avances de las luchas populares a fines de los ´70 y durante los ´80, que incluyó el surgimiento del Movimiento Sin Tierra, de la CUT (Central Única de Trabajadores) y de la Unión Nacional de Estudiantes, entre otros, y que tuvo en el plano político como expresión central al Partido de los Trabajadores (PT). Stédile explica que “desde el ´89, con la derrota político electoral del proyecto democrático-popular que el PT encarnaba en manos del neoliberalismo, estamos en un largo proceso de descenso del movimiento de masas. Y al mismo tiempo, un período en el que el capital tiene absoluta hegemonía en la economía y en el Estado. En ese contexto es que se dio la elección del gobierno Lula, que fue una victoria contra el neoliberalismo puro pero que no consiguió alterar la correlación de fuerzas”.

- ¿Cuáles serían, ante este escenario, los principales desafíos que se plantean para el MST y los movimientos sociales en general?

- Nosotros observamos cinco grandes desafíos:

1- Colocar prioritariamente nuestras energías en la formación de militantes y cuadros, para crear una base ideológica en la militancia y prepararlos para las luchas futuras.

2- Recuperar la práctica social de retomar el trabajo de base, o sea el trabajo que el militante hace con las masas para organizarlas, un trabajo no sólo de agitación sino más bien de organización, dentro de las fábricas, en los barrios, las universidades...

3- Estimular permanentemente las luchas sociales porque sólo la lucha social es la que genera el proceso de desenvolvimiento de la conciencia de las masas; ellas no aprenden en las aulas ni en los libros sino en la confrontación de la lucha de clases. Entonces, las organizaciones sociales, la militancia, deben estimular todo el tiempo la lucha social. Allí es donde afloran los conflictos y donde se genera conciencia de clase y de cuáles son las contradicciones que hay entre las clases.

4- Construir en el marco del curso de las fuerzas populares que existe en el Brasil un proyecto para el país, que represente una especie de programa mínimo, o un proyecto que organice a las fuerzas en torno de un objetivo de mediano plazo. A largo plazo todos tenemos como proyecto estratégico el socialismo, pero el socialismo por sí solo no organiza la lucha política, es una referencia, entonces hasta que lleguemos al socialismo ¿qué proyecto tienes para el país? El desafío actual es construir un proyecto que represente soluciones concretas a los problemas de las masas y que acumule fuerzas para el socialismo.


- ¿En qué consistiría, en lo concreto, este “Proyecto Popular para el Brasil”?

- Este concepto que utilizamos en la Consulta Popular y en los movimientos de la Vía Campesina, “un Proyecto Popular para el Brasil”, sería intentar resolver los problemas de la sociedad brasileña a partir de las necesidades populares. En esencia es un proyecto que diga: “va a haber trabajo para todos (la economía se va a tener que organizar para garantizar esto); va a haber distribución de la renta; todo el mundo va a ganar lo necesario para tener una vida resuelta; tierra y vivienda para todos; educación pública y gratuita; cultura para todos”. Evidentemente un proyecto de este tipo también tiene que ser claro y decir: “para que haya tierra para todos es preciso desapropiar los latifundios; para que haya vivienda para todos el Estado tiene que hacer programas populares; para que haya distribución de la renta hay que estatizar los bancos”. Entonces no es sólo un proyecto que levante reivindicaciones corporativas sino que apunte a las soluciones estructurales y que combata la acumulación del capital. Es un desafío porque ese proyecto todavía no es socialista y al mismo tiempo no quiere ser capitalista.


- El quinto desafío...

- El último desafío es, a partir de los desafíos anteriores, producir en la sociedad brasileña un re-ascenso del movimiento de masas, que las masas retomen el escenario político. Esto no consiste sólo en hacer grandes movilizaciones, se da cuando la clase de forma organizada intensifica los enfrentamientos, toma iniciativas, y al mismo tiempo transforma esas luchas en una acumulación orgánica, paulatina, para la clase en forma autónoma. La lucha de clases funciona como ciclos. En Brasil hubo un ascenso del ´45 al ´64, un descenso del ´64 al ´79 con la dictadura, un re-ascenso del ´79 al ´89, y del ´90 para acá estamos en un nuevo descenso. Esperamos en los próximos años entrar en un nuevo ciclo de re-ascenso.


- ¿Qué perspectivas hay de generar una herramienta alternativa que pueda disputar el poder si se produce este nuevo ciclo de re-ascenso?

- Creemos que la construcción de uno o varios instrumentos políticos que vayan acumulando va a depender justamente de ese re-ascenso, se van a desenvolver conjuntamente. No pasa por reunir un grupo de dirigentes e intelectuales, formar un partido y decir “vamos para las masas”.


- ¿Cómo imagina ese instrumento político? ¿Cómo sería la relación con los movimientos sociales?

- La relación de los instrumentos políticos con los movimientos sociales es una relación dialéctica de autonomía y complementariedad. Los movimientos sociales tienen la obligación de hacer lucha de masas, pero la lucha de masas es insuficiente para transformar la sociedad, no construye por sí sola proyecto político, para disputar el poder debemos tener instrumentos políticos, organización política que se proponga disputar el poder del Estado, cosa que los movimientos sociales no se proponen y no deben. Al mismo tiempo el instrumento político no puede estar separado de las masas porque su fuerza política para disputar el poder son las masas organizadas. Entonces la situación en Brasil es muy compleja porque como estamos en un descenso no hay capacidad política de construir los diversos instrumentos.


- ¿Apuestan a que Consulta Popular se transforme en ese instrumento político?

-Dentro de Consulta Popular siempre repetimos que somos apenas un pequeño agrupamiento de militantes y dirigentes, y en cierta forma adoptamos también la concepción que Marta Harnecker expresó diciendo que difícilmente un país tan grande como Brasil tenga una organización política que impulse la transformación, que va a ser lo que ella llamó “vanguardia compartida”, o sea que probablemente sean varias organizaciones políticas, de distintos niveles y naturaleza, que si tuvieran un proyecto político similar van a caminar rumbo a la toma del poder. Nosotros queremos ser apenas una de esas, no pensamos que vamos a ser la vanguardia de ese proceso.


- ¿En qué medida las diferentes miradas sobre el gobierno Lula dificultan las posibilidades de generar ese proyecto popular, de avanzar en mayores niveles de unidad?

- El gobierno Lula representó el fin de una etapa que fue dirigida por el PT. Nosotros no compartimos esa visión de algunos sectores de la izquierda de que el gobierno Lula es el culpable por el descenso, por la crisis ideológica, por el fin del PT. En realidad es más bien la expresión del fin de ese ciclo, es la expresión de esa estrategia electoral. Por eso pensamos que es equivocado como táctica pensar que vamos a organizar a las masas, que vamos a elevar el nivel de conciencia, que vamos a generar un re-ascenso, transformando al gobierno en el principal enemigo. El gobierno Lula es resultante de este período y por lo tanto resultó un gobierno de composición de clases, de conciliación, pero tampoco es un gobierno claramente de derecha, de la clase dominante, así como no es un gobierno de izquierda y de la clase trabajadora. Es el resultado de ese pacto, de esa conciliación.

Ahora, la lucha de clases la tenemos que hacer contra los banqueros, los latifundistas, la burguesía imperialista, ahí es por donde debemos acumular. El PSOL intentó reconstruir un PT de izquierda pero no logró acumular porque la táctica, el camino está vencido. No vamos a acumular para disputar el poder apenas por el camino institucional.


- ¿Cómo hacen para sentar postura sobre el gobierno sin caer en ninguno de esos extremos?

- Para nosotros, desde Vía Campesina, es muy fácil, porque nuestros enemigos de clase son claros: los latifundios, los bancos, las empresas transnacionales, los grandes monopolios... Entonces nosotros acumulamos haciendo lucha de masas contra los enemigos de clase.


- Está bien, pero también se puede considerar que, de alguna manera, el gobierno ayuda a garantizar las grandes ganancias de los banqueros, los empresarios, los latifundistas...

- No necesariamente, la lucha de clases es mucho más compleja, el poder económico de las clases dominantes hoy y sus tasas de ganancia no necesariamente dependen de decisiones gubernamentales. Concretamente aquí en Brasil las tres variables que más influyen en las tasas de ganancia de las clases dominantes (o sea la tasa de interés, la tasa de cambio y el superávit primario) están dirigidas por el Banco Central. Eso no exime la responsabilidad del gobierno, pero para la burguesía es más importante controlar el Banco Central que el Palacio de gobierno.

lunes, 9 de junio de 2008

miércoles, 4 de junio de 2008

General Bernales. No todos los muertos son buenos

(El asesino invisible. Ignacio Bernal. pintura Digital. 2005)
Por: Tito Tricot*

Estalló en una letanía de jirones ámbar, dicen, en cielo ajeno, lloran. Y llevan días lamentando la muerte de un policía ejemplar, dicen. Pero, a pesar de la pompa y circunstancia y de los rostros desencajados en medio del frío otoñal, la historia verdadera nos acribilla con las muertes del muerto general. Porque, en las alturas de Panamá, en ese brutal instante de fuego, se desató la mayor tormenta de estrellas fugaces que se recortaron cristalinas en la cordillera de Nahuelbuta tiñendo de añil la lluvia mapuche. Fue un estallido descomunal que estremeció la mirada de Alex Lemun y Matías Catrileo, jóvenes mapuche asesinados por los hombres del general Alejandro Bernales.
Ellos no supieron de la mesura y humanidad que, dicen, caracterizaba al general; tampoco de la ingente generosidad que, dicen, prodigaba el general, pues la vida se les escabulló ineluctablemente enceguecidos por una lluvia de estrellas azules, pero tan brillantes que, a pesar de los esfuerzos de la clase política, opacarán para siempre la impecable, dicen, hoja de vida del general.
Pero no son sólo los políticos, sino que también los medios de comunicación que, concertados en la apelación al dolor, han ungido como héroe a un general de carabineros que sembró el terror en territorio mapuche cuando fue jefe de la IX zona de Carabineros de la Araucania. Fue el responsable operativo de la política de criminalización del movimiento mapuche impulsado desde el gobierno de Ricardo Lagos y, como tal, el gestor de la militarizacion de las comunidades consideradas conflictivas. La resultante de dicha política fueron los allanamientos masivos, las golpizas a los comuneros, las detenciones arbitrarias, todo en connivencia con la fiscalía pública que formulaba cargos increíbles basados en la Ley anti-terrorista. El mapuche luchaba por sus derechos colectivos como pueblo, el gobierno ordenaba la represión y el general Bernales, obsecuentemente, reprimía a hombres, mujeres y niños por el simple hecho de ser indígenas. Como ha sido siempre.
Entonces, cuesta entender que se diga sin vergüenza que “fue un Oficial de profundos valores humanistas y cristianos, que privilegió el trabajo en equipo, el profesionalismo, la integración con la comunidad y la preocupación por el bienestar de los carabineros y sus familias”. ¿Dónde estaban los valores humanistas entre los helicópteros, las tanquetas y los gases lacrimógenos que aterraban a las comunidades? ¿Dónde estaba la integración con la comunidad mientras en Temucuicui se realizaban violentos allanamientos en las madrugadas? ¿Dónde estaba el cristiano general cuando a Alex, de apenas 17 años, le clavaron para siempre al viento con un balazo en la nuca? ¿Dónde cuándo a Matías, de meros 23 años, lo crucificaron sin apelación alguna a la oscuridad, y cobardemente por la espalda? La respuesta es clara, aunque les duela a los dolientes de uniforme y de civil que lo quieren transformar en santo: estaba dando las órdenes para reprimir a un pueblo digno.
El general del terror

Hoy nos hablan de un oficial cercano a sus hombres, cercano al pueblo llegando, incluso, a calificarlo como el “general del pueblo”. Sin embargo, el utilizó el terror de manera sistemática en las comunidades, impuso el miedo y la incertidumbre, violó los derechos humanos de millares de mapuche. Eso, claro, parece que a pocos les importa, pues en el arrebol de la tragedia de Panamá, se cantan sus glorias, se hiperbolizan sus virtudes, se minimizan sus defectos y se esconden sus crímenes, porque la vida de un indígena vale menos que la vida de un carabinero. Y, sobre todo, porque persiste una subyacencia racista en la cultura dominante que obnubila los sentidos; pero también clasista, ya que este peculiar general del pueblo, no sólo se reprimió a los mapuche, sino que a todos los sectores sociales que osaron expresar su disconformidad con el gobierno. De su violencia supieron y sufrieron los estudiantes secundarios y universitarios, los trabajadores subcontratistas del cobre, los pescadores artesanales, los trabajadores forestales y de la salud, entre otros. No obstante, jamás hubo banderas a media asta ni se decretaron tres días de duelo nacional por el asesinato de Rodrigo Cisternas, obrero forestal acribillado por carabineros durante una huelga. Ni por Lemun ni por Catrileo. Nunca. Entonces nos asiste la sospecha de que detrás de la urgente iconización y canonización del general Bernales se esconde el más profundo racismo chileno. Además, por cierto, de la entronización de una política de la desmemoria que se acerca peligrosamente a la impunidad en un país donde, a pesar de lo que se nos quiere hacer creer, no todos los muertos son buenos.

*Sociólogo, Director Centro de Estudios Interculturales ILWEN Chile